Ninguna duda cabe que en su actuación el Gobierno, desde el primer momento en que declaró el estado de alarma, ha venido vulnerando reiteradamente la Constitución y los derechos fundamentales que en su texto se dicen consagrar.
No es la primera vez que un Gobierno en España, desde el PSOE de Felipe González hasta el PP de Mariano Rajoy, infringe derechos fundamentales y algún que otro artículo de la Constitución, pero nunca hasta el punto en el que pudiéramos decir que nos encontrásemos en un auténtico régimen dictatorial comparable al régimen franquista. En los Gobiernos anteriores las vulneraciones constitucionales se hicieron siempre con la connivencia de uno u otro partido de la oposición, o con el consenso de todos los partidos, tratando de guardar aparentemente las formas, manteniéndose en vigor las reglas oligárquicas del 78, mientras que en la situación actual ni se respetan las reglas del régimen partidocrático y ni tan siquiera se pretende aparentar que se guardan las formas. Y los grandes medios de comunicación, en especial Atresmedia y Mediaset, son cómplices necesarios de los crímenes cometidos por el Consejo de Ministro en pleno, por su silencio y por sus mentiras emitidas a diario en sus cadenas de televisión, en sus emisoras de radio y en sus periódicos. Crímenes contra los derechos fundamentales y el orden constitucional, crímenes por su negligencia en la gestión de la crisis sanitaria que aún hoy está causando la muerte de miles de personas, y crímenes de corrupción. Pues incluso esta crisis es una oportunidad para los partidos gobernantes de saquear aún más las arcas del Estado, aprovechándose del estado de alarma para contratar sin control alguno, a precios muy por encima del valor medio de mercado, a empresas con domicilio desconocido, que nada tienen que ver con el ámbito sanitario, para que adquieran como intermediarias en países extranjeros respiradores, bastoncillos, mascarillas y demás material para la protección de la salud que tan necesarios son en estos momentos, cuando no faltan empresas en España especializadas en este sector dispuestas a ofrecer sus productos y servicios al Gobierno a un precio de mercado, jugando así no ya con el dinero aportado por todos los ciudadanos al tesoro público, sino también con sus vidas. Y todo ello con los tribunales cerrados a cal y canto, no sea que se les ocurra investigar y abrir diligencias contra ellos.
En cuanto al Rey, ni está ni se le espera. Ni es garante, ni es árbitro de nada. Él simplemente firma cuantas leyes y decretos-leyes les pase el Gobierno, y así ya cumple con su función. Por tanto, responsable también de todo cuanto el Gobierno hace, y ello a pesar de que la Constitución diga que sea inviolable, pues la Constitución hoy ya no está operativa. Porque si no les vincula a ellos, mucho menos nos habría de vincular a nosotros. Pero ésta no es la realidad, pues a nosotros nos vinculan hasta las declaraciones que estos criminales que nos gobiernan hacen por televisión.
La realidad es que los partidos políticos están todos por encima de la ley, mientras que a los ciudadanos se les puede privar de su libertad mediante simples decretos de manera indefinida, sin que puedan acudir a los tribunales a exigir su nulidad por inconstitucionalidad. Encima habrá quien me llame desagradecido, porque no doy las gracias al Gobierno que mediante una orden ministerial por fin ha autorizado mi salida a determinadas horas y bajo determinadas condiciones. Pues parece que se ha convertido en algo obvio que ni yo ni vosotros estamos capacitados para tomar por nosotros mismos las precauciones necesarias a la hora de relacionarnos y de retomar las riendas de nuestras vidas. Se ha instaurado con terrorífica facilidad en la sociedad la idea de que necesitamos que el poder nos diga qué hacer y cómo vivir. Y ello a pesar de que vivimos en un país con un régimen putrefacto, cuya Constitución hoy ya ni tan siquiera está en vigor.
Os diría que no vayáis a votar en las próximas elecciones, ahora más que nunca, pues el pueblo no puede permitirse continuar apoyando a esta clase política corrompida hasta la médula, pero la verdad esque hoy dudo hasta de que vaya a haber unas próximas elecciones. Y mientras, salimos a aplaudir por las tardes con música y jorgorio. Como si todo esto no nos afectase. Mi etapa de enfado ya se está convirtiendo en calma, pero en ningún modo es alegría. Y desde luego que jamás podré entender como el pueblo puede continuar sin sentir ni la más mínima ira hacia un poder que los oprime hasta morir. Os manipulan emocionalmente y no os dais ni cuenta.
Cuando para el poder todo está permitido, el pueblo sufre las consecuencias.