Anda el espíritu recién liberado
extrañado al ver a sus compañeros de paso
aturdidos, ignorantes del camino,
que cual animales domesticados
a una correa están atados.
No se atreven a morder la mano de su amo,
que a sacudidas su dirección impone,
que para andar a sus esclavos se ha subordinado.
Ambos, amo y esclavo,
vinculados por las serviles cadenas del mando.
Espera paciente el espíritu libre
al día en que todos los eslabones quiebren,
al día en que amos y esclavos se rebelen
en el ocaso del hombre pasado.
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