Doce las voluntades que alumbran el camino,
ambicionando en el alma su poder dormido.
Doce las razones que tiene el ser volitivo,
incesantemente por sus instintos movido.
Doce las voces discrepantes sobre el destino,
en eterna pugna por imponer sus designios.
Doce entidades separadas en uno mismo,
en una lucha encarnizada por el dominio.
Doce sombras en lo más profundo del abismo,
revelables para quien penetra en el vacío.
Doce son los dioses conformando nuestro sino,
envueltos en la invisible danza del espíritu.