Ruge la bestia
por todo aquello que su corazón anhela,
mas sus cimientos se resbalan,
se deshacen los picos de su consciencia.
En las profundidades se esconde el secreto de su esencia,
aquello que lo eleva por encima de toda creencia,
que lo coloca en el centro de todas sus experiencias.
A su propia voluntad atada por la fuerza
surgida de su inconsciente potencia,
en busca de nuevos dominios
ruge la bestia.
En la inevitable erosión del mañana
guarda el inconsciente las memorias extraviadas.
La acción mental más sencilla
es por la bestia olvidada,
imperceptible tras complejas estructuras
que, cuanto más rígidas, más arruinadas.
Cuanto más alejada del latir en su pecho,
menor libertad tiene en sus movimientos,
más se aleja de la salida al desierto,
más se adentra en su laberinto
formado por complejos sentimientos.
Cuanto más se verbaliza,
más fácilmente se olvida
la acción mental más sencilla
que es para toda vida precisa.
En busca de su más profundo sentir
ruge la bestia dentro de sí.