Rueda el peñasco por el barranco,
lanzado desde la cima de la montaña
por el loco que hasta arriba la había arrastrado.
Liberado de su carga,
el placer lo inunda por unos instantes
hasta que vuelve a sentir el dolor en sus manos.
Entonces cree que no fue suficiente
y apresurado baja todo lo escalado,
dispuesto a encontrar una carga aun más pesada
que desde la cima lanzar cuesta abajo.
Y todo en busca del placer efímero
que esconde la liberación del espíritu humano.